¿No les pasa que antes de llegar a un lugar que no conocen,
se preguntan qué pasará, con qué se encontraran, y se imaginan todo aquello en
su máxima expresión?
Desde que llegué quería anotarme en una academia de comedia
musical, (por si no se nota me gusta actuar, cantar y bailar) claro que si
tuviste oportunidad de conocerme, aunque sea 1 minuto, seguramente lo sabes. Encontré
una que me gustó mucho cerca de casa. Decidí tomar la iniciativa, y probar,
¿que perdía? Abrí Google Maps, y allí fui, sin saber cómo sería ni con qué me
encontraría. Otra vez, vivir una nueva aventura, no ser conocida, en fin, la
nueva. Que de hecho, es realmente extraño después de vivir en un pueblo en el
cual, mayormente, todos te conocen e ir a un instituto de danza al cual fui prácticamente
toda mi vida -y que me conozca hasta el sonidista del teatro-.
Pero llegué, no me
perdí por suerte. Ni bien entré, percibí un aroma artístico único, una sala de
espera gigante, con enormes sillones y algunas bibliotecas. Detrás de una gran
pantalla, había una mujer que parecía una recepcionista y me dio un papel de
inscripción, esa sería mi entrada a uno de mis mayores sueños.
Veía pasar mucha
gente de todas las edades, y una puerta que se abría, se cerraba y se abría...
Yo miraba de lejos, hasta que una mujer, supuse la directora del lugar, me dijo
que la siguiera, que me tenía que presentar delante de mis nuevos compañeros...
¡Cuantos nervios!
Pasamos por un
pasillo y por un teatro muy grande (me quedé boquiabierta con tanta belleza) y
luego otra puerta…
"Ella es la nueva, se llama Luciana…" dijo, mis
ojos se trasladaron directamente hacia el piso, muchos rostros que codificar,
no sabía a donde mirar. Momento incómodo. Varias miradas se encendieron como un
reflector, y automáticamente, se dirigieron fijamente hacia mí. Caras
desconocidas que pronto tomarían color. Ellos conversaban y cantaban con
libertad, quería participar, pero no sabía que decir. Luego, cuando llegó el
profesor, entramos a un salón lleno de espejos y dejamos nuestras mochilas en
el suelo.
Esa mujer apareció
nuevamente y diciéndome dulcemente "Ven pequeña" me llevó frente al
profesor, lo miré, me saludó al estilo clásico y escuché un "¿ya has hecho
comedia musical?" y mi respuesta fue... "No, pero digamos que hice un
poco de todo" -para no decirle que prácticamente toda mi vida había sido
una comedia musical- "Bueno después nos contas entonces"... me dijo
¿Nos? -me pregunté-.
Al comienzo, todos en
grupos claro, y yo sola. Pero, pronto comenzó la clase, por suerte. Volví a
presentarme y mencionar todas las actividades que había realizado hasta ahora,
porque obviamente el profesor insistió, otra vez todos mirándome a mí. Luego de
terminar, me di cuenta que habían sido muchas... (Danzas árabes, latinas,
clásicas, contemporáneas, pop, canto particular y un seminario de teatro). –wow-
En el trascurso de dos
horas: un ejercicio teatral, dos, caminar en equilibrio recitando una frase de
Shakespeare, improvisar y actuar, fue fácil, divertido y se pasó volando. En un
momento se escuchó una parte de una canción que decía "Actuar, bailar,
cantar me hace feliz" y sonreí, verdaderamente así lo era. Cuando me quise
acordar, ya estábamos agarrando nuestras mochilas para dirigirnos a otro sitio,
un salón acústico y así empezar la clase de canto. Otro profesor, otra vez
presentarme, pero ésta vez más relajada.
Empezamos a
vocalizar, cerramos los ojos, y emitimos una melodía, unimos todas nuestras
voces generando un gran coro, totalmente bello de escuchar, y en ese momento me
olvidé de todo, me sentía feliz. Seguimos cantando, interpretando una frase que
decía algo así como “Quizás, ésta vez tenga suerte, quizás ya no haya dolor, Quizás
más que nunca, no duela el amor” Verdaderamente, escuchar el teclado y cantar,
me llevó a otro lugar. Extrañaba esa sensación. Si también te gusta, calculo
que entendes de lo que hablo...
![](https://memeteria.files.wordpress.com/2015/01/heartbeat.jpg)