20 de enero de 2017

Señales

Podría haber sido cualquier noche de salida del trabajo donde el cansancio abunda mis huesos y me pesan. Atender un negocio en plena temporada de verano con mil cosas que hacer, agota. Eran las 2 am, y mi cuerpo me pedía un delicioso helado frutal. Hacía demasiado calor. Como cuando tenes 5 años, lo pedí y lo tuve. Mi madre me acompañó, lo disfruté. Al llegar a casa, había muchos autos y gente saliendo de la casa de mi abuela y en ese instante recordé que había organizado una reunión. Odio perderme esas cosas. Ingresamos y mi abuela, se acercó con una sonrisa, me saludó y me dijo que había un chico que quizás me conocía de La Plata, y empecé a recalcular.
Entre la oscuridad se asomo una figura, no observé en detalle pero era apuesto y parecía de mi edad, era morocho y usaba una campera de cuero negra que le quedaba muy bien. Me agarró de la cintura y me dio un beso en la mejilla presentándose, sentí como un estremecimiento al irme. Me pareció cortés. Miré hacia atrás y ya se había ido con su familia.
Al pasar unas horas, me tuve que despertar para ir nuevamente al trabajo. Como de costumbre, me cambié, me cepille, lavé los dientes, y caminé tan solo unos pasos para toparme con la casa de mi abuela y desayunar. Mi cara de dormida asustaría a cualquiera. Mi abuela me recordó al chico de anoche que hasta entonces no había pensado, me miró con picardía y me dijo que era bonito. Restandole importancia dije que ni lo había mirado. Aunque es cierto que no me acordaba mucho de su rostro por tanta oscuridad.
Los días pasaron, y una noche, saliendo del trabajo me encontré con L, un amigo de verano, de espaldas, que hace mucho tiempo no veía, me acerqué  y nos quedamos charlando, resulta que era de La Plata también y en un momento de la conversación, me dijo que tenía un amigo suyo para presentarme. Lo cual nunca hubiera relacionado con el mismo de aquella vez. Al parecer eran amigos, y mi abuela le había hablado sobre mí y él. Quería que la tierra me tragase. Me estaba vendiendo. L me pasó su número y me fuí.
Mi torpe celular no reaccionó por una semana, y mientras tanto le saque información a mi abuela, y era cierto, había hecho un chiste acerca del chico y de mi, con los padres de mi amigo y de ahí se había enterado, todo se conectaba. Me daba miedo.
La cuestión es que me había comenzado a interesar el asunto, me intrigaba. Así que pregunté el nombre y apellido a mi abuela y lo encontré con facilidad en todas las redes sociales. Pero precisaba saber que onda él conmigo, porque tranquilamente podría haber sido todo intención de ella. Además de que mi presentación esa noche no había sido muy grata, ropa de trabajo y cabello todo desordenado con transpiración. Diug.
Cuando mi celular estuvo en optimas condiciones le mande un mensaje a L. Volvió a insitir con su amigo, no tuve mejor idea que decirle que yo era tranquila, o sea no dije ni que si ni que no, y ya no podía enviarle de nuevo otro mensaje, los minutos habían pasado e iba a quedar muy pesada, así que me reté sola y me fui  al trabajo, no hubo respuesta a la mía obviamente.
Al otro día estaba trabajando, por acomodar algo de la vidriera y cuando miro hacia afuera, pasó por en frente mío, no me vio a través del vidrio, pero yo si, hasta que se alejó. No lo podía creer! Tenia que conocerlo. Era una señal?
Cada vez estaba más ansiosa por saber que estaba sucediendo, y dicen que las respuestas llegan solas. Así que decidí esperar.
Luego de unos días, mis amigas me dijeron de dar unas vueltas con el auto, que me pasaban a buscar. La cosa es que cerramos el local y todavía no estaban ahí, así que me fui a la esquina con la esperanza de encontrarme a L, y de hecho ahí estaba, nos sentamos a hablar del trabajo y otras cuestiones, tenia ganas de preguntarle algunas cosas acerca del muchacho en cuestión pero no quería parecer demasiado interesada. Por suerte él lo hizo y me dio el pie. Me comentó que él en realidad había preguntado por mi, y una sonrisa interna se dibujó en mi rostro. Sonó una bocina. Eran ellas, tuve que irme. Al entrar les conté la historia. Esa tarde le había pasado una foto a una de ellas, y me dijeron que lo habían visto unas cuadras atrás. Podría todo coincidir tanto de mera casualidad?
No lo creo, pero sin embargo aún no lo volví a ver. Aunque pasaron solo dos días, pero mi ansiedad hace que me descontrole con facilidad. Tengo que aprender a ser paciente, y dejar que las cosas pasen o no. Vamos despacio para encontrarnos.

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